5 jun 2006

Biblia

Como para no hacer la cama, eran dos negritas. Un botón anaranjado indicaba la presencia del Killer Muto, analgado presidente de la barra brava del club de almaceneros. Quiso el queso quizás.

Cantaba con una voz gutural, aunque por ahí se aflautaba y extrañaba algunas precisiones. Nunca se equivocaba.

Era como una música de pestilencia, con moscas magulladas que comían la carne, la vomitaban, la comían, la cagaban, la comían, la incorporaban y se comían a ellas mismas. Y un ratón azul filmaba y contraía matrimonio con una hemorroide hermafrodita.

Nunca había viajado tan lejos ni había llegado a donde quería ir. Y nunca estaba donde quería estar. Ahora que lo había logrado no sabía que hacer. Así que contrató al Candente Danzarín del Cuchillo y murió una muerte violenta.

Antes había conseguido que la droga del Empelucado Malevolente le sugiera algunas ideas: Nunca apretarlateclaqueseparalaspalabras; convertir la anorexia en virtud; masticar gigantes para hacer harina de panes de cristal; involuntariar las tetas de una doncella, para eyacular violentamente, nunca evitando los espasmos que produce el vidrio en los conductos sanguinolientos; beber de a tres puntos, enrollado en intestinos de maní impávido; hablar con las chicas desnudas de cada esquina, producía temas de alta razón y ambivalencia cultural, nada que añorase.

Una vez se había metido un pato en el culo, por lo que el pato terminó lleno de mierda. Ese fue el famoso nacimiento del pato que ponía huevos de chocolate. Se hizo rico y luego murió.

La historia de la humanidad comienza así.

1 jun 2006

Discutiendo

Cuando vemos que se nos viene una discusión encima, de repente empezamos a bailar tap, como en un musical, así de la nada.

Después contratamos un teatro para nosotros dos y uno hace un discurso desde el escenario, mientras el otro mira sentado desde abajo, cómodo en una butaca. Luego cambiamos de lugar.

Cuando terminamos, pintamos cuatro o cinco paredes con colores diversos. Las paredes tienen que estar en mal estado, si no no vale la pena restaurarlas.

A veces sacamos un papelito de un sombrero y elegimos un estilo para hacer una canción. Uno hace la música y el otro la letra.

Qué sé yo, así vale la pena discutir.