1 may 2006

Cuenta agresiva

Dijimos "tres" y saltamos.

Veía cómo se iban descomponiendo a medida que caíamos. Y ellos veían cómo yo lo hacía. Fue una caída de años, en la que fuimos pudriendonos a lo largo del camino.

A veces encontrabamos hormigas que también habían caído, y se comían nuestra piel, los órganos, las entrañas que se desprendían de nuestros cuerpos. No teníamos nada que hacer, más que caer, y nos golpeabamos, o mordíamos nuestras manos. A veces escupíamos los pedazos. A veces los comíamos.

En muchas ocasiones chocábamos con nuestros propios excrementos. Por alguna razón caían más lento que nosotros.

Cuantos más años pasaban, más lenta era la caída. Y más angosto el conducto. Ibamos dejando nuestras partes arrancadas por las paredes filosas. Era lo único que sentíamos. Era lo que más odiabamos. Y lo que más queríamos.

Al final, luego de muchos años, sólo caían nuestras almas. Se azotaron contra el suelo sin hacer ningún ruido.

Los gusanos, sin inmutarse, se regocijaron.

No hay comentarios.: