26 oct 2005

Mitres

Los mitres nacen siempre en días de frío. Nacen de huevos a los que no es necesario incubar, los cuales son marrones, cúbicos y de una dureza increíble. Éstos, a su vez, serán la vivienda de cada mitre a lo largo de toda su vida.

En general, todos los mitres pueden volar, pero hay excepciones. Los que no pueden, toda su vida serán los encargados de cuidar las casas mientras los demás no están.

Entre estos seres no hay autoridades, ni organización o lenguaje, o algún rasgo que pueda distinguirlos unos de otros. Lo único que los resalta es su igualdad, así como lo único que los hace ser una comunidad es permanecer juntos.

No hay odio, amor o resentimientos entre ellos. Como tampoco lo hay hacia otros. Tal vez (tal vez) lo único que mueve a los mitres es el instinto. Un instinto que les dice que hay que dormir mientras haya sol y volar cuando haya estrellas. Así que, cuando es de noche, vuelan siguiendo las paredes rocosas del mundo que los rodea y es así como llegan a otro mundo, sin paredes y más extenso. En ese mundo viven los ombus, una raza completamente extraña para los mitres. Esa extrañeza les produce curiosidad, por lo que se acercan revoloteando hasta sus casas, sólo para observar. En realidad nadie sabe por qué los ombus atraen a los mitres, pero es una atracción irrefrenable. Lo que sí se sabe es que a los ombus les aterrorizan los mitres, y salen a espantarlos con lo que pueden. Probablemente también sea instinto lo que les provoca este horror hacia los mitres, porque no tienen idea de qué son, o qué intenciones tienen, así como nadie lo sabe.

La verdad es que los mitres prestan poca atención a los intentos por espantarlos, pero aún así se alejan, por lo que nunca van mucho más allá de lo que es su mundo, ese precipicio del que sólo salen por las noches y al que vuelven apenas despunta el alba.

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